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141023U2TakeonThe World

U2 querían ser relevantes y parece ser que lo están consiguiendo, después de casi seis años sin editar un nuevo álbum, los cuatro irlandeses han vuelto pisando fuerte, así lo demuestran las cifras de descargas a través de iTunes de "Songs Of Innocence", y las ventas que están consiguiendo una vez ha salido a la venta la edición física del álbum.

Han protagonizado las portadas de las principales revistas musicales y generalistas, la última, la próxima edición de la revista Rolling Stone donde destacan que U2 ha vuelto dispuesto a "Enfrentarse al Mundo".

A continuación os mostramos la entrevista traducida gracias a nuestros amigos de U2News.


Son la banda más grande del planeta, pero para U2 eso no es suficiente, Por Brian Hiatt

"Este es el sonido grande,” dice The Edge.

Él hace resonar el espacio de ensayo con tres acordes monstruosos de una guitarra vintage Epiphone Casino, sumergido en una distorsión tan furiosa que esa gorra de béisbol negra parece en peligro de volarse. Bono está justo a su lado, escuchando y entrecerrando los ojos al ritmo a través de unas gafas azul pálido. El cantante está usando un gorro, desenvuelto, con una bandana negra al estilo panameño que lo hace ver como si estuviera disfrazado, de vacaciones, o ambos.

No importa lo enorme que sea el sonido que hacen, U2 está, por una vez, tocando en una pequeña sala. Han acarreado una cantidad irracional de equipamiento y media docena de asistentes a una estación de TV con paredes de madera y pisos alfombrados color púrpura de la Riviera francesa, donde Bono esta dirigiéndolos a través de ensayos para actuaciones en programas de radio y televisión.

En esta noche de octubre, Larry Mullen Jr está en su batería, de negro de la cabeza a los pies, tocando a través de un claqueteo de intro, con intensidad ininterrumpida. Adam Clayton, en una remera púrpura brillante, el bajo colgando de su cintura, está revisando su iPhone. Probablemente chequeando su correo electrónico en vez de, por ejemplo, buscando su copia gratuita del disco de U2 (o tratando de borrarla).

Están trabajando en un arreglo en vivo para su actual single “The Miracle Of (Joey Ramone)”. El irregular “sonido grande” de The Edge no esta funcionando lo suficiente, a pesar que es exactamente lo que estuvo usando en la versión de su disco nuevo, Songs Of Innocence. “Las canciones nunca están finalizadas,” dice Bono. Como casi toda su música, “Miracle” se escurrió de un proceso incesante y de forzada evolución de invernadero, en este caso, de cuatro años, con tres productores diferentes. Comenzó con un loop de batería y un tema con base de guitarra acústica llamada “Drummer Boy”, de las sesiones de 2010 con Danger Mouse. Luego de convirtió en estado larval más rockero llamado “Siren” (una línea compara la música de los Ramones a una canción de sirena) con una pesada entrada del líder de OneRepublic, Ryan Tedder, y del productor de Adele, Paul Epworth, antes de desarrollarse en la melodía y letra definitivas a lo largo de dos meses de sesiones con Epworth. Pero incluso ahora, no se ha asentado en su forma final.

“Tienes una distorsión del sonido digital,” le dice Bono a The Edge. “No es un sonido que se pueda levantar. ¿En el pre-estribillo, hay un nivel intermedio? Lo necesitamos más funky, más como ‘Mysterious Ways’. Prueba con el sonido de ‘Mysterious’; fíjate si funciona.” The Edge, estoico Spock del voluble Kirk de Bono, debidamente setea el wah-wah de la canción de Achtung Baby.

“Muy bien, una vez más,” dice Bono, y “Miracle” cambia una vez más, en algo más elegante y más audaz que la versión del disco: Mullen se entrega al requerimiento de Bono por “más platillos, más dinámica”; Clayton se concentra en lo que Bono describe como “una parte de bajo tan genial que puedes construir en casa encima de eso,” con una ocasional ojeada a la partitura; Bono exterioriza las emociones a volumen máximo de concierto en el micrófono de mano, sacudiendo un poco las caderas, sonando inverosímilmente juvenil. “Eso fue un maldito negocio de estúpidos,” dice Bono. “¡Realmente bueno!”

A medida que The Edge juega con su equipo, Bono deambula por la sala para ofrecer un comentario de director. “Solo necesitamos otro color,” dice. “Por que estamos usando un ritmo de swing. Haciendo este disco, volvimos y escuchamos toda la música que nos había traído a nosotros mismos, entonces dijimos, ahora vamos a no recordarlas. Los Ramones nunca usaron un ritmo de swing en sus vidas, pero los New York Dolls, ellos tenían glam: lo hicieron. La gente dice, ‘¡Esa canción no suena como los Ramones!’ Pero eso no sería un cumplido, parodiarlos, tratamos de hacer algo más interesante.”

The Edge se quedará aquí por su cuenta por horas esta noche, trabajando en un sonido secundario nuevo y en una parte de guitarra modificada para la canción, con la esperanza de “no ir hacia lo estúpido.” “Lo de ‘Mysterious Ways’ fue una idea equivocada,” diría en el desayuno de la siguiente mañana, “pero dio lugar a la idea correcta.”

U2 no estará de gira hasta el próximo año, pero los conciertos de alguna manera parecen existir, completamente armados, en la mente de Bono. La banda intenta una de las más excitantes canciones del disco nuevo, “Volcano”, que empieza con un gancho de bajo compuesto por The Edge. (“Él es uno de esos tipos que se quedan toda la noche pensando sobre formas de hacer que te veas bien,” dice Clayton.) Justo antes de llegar al corte, un grito de “You were alone/Now you’re not alone” evoca el momento en que Paul Hewson de 16 años encontró a su banda, Bono se lanza y grita en mi oído: “Ese el momento clave del show,” dice. Es un clima agradable para una multitud, para un tratamiento de estadio: luces intermitentes, una masa cantando al unísono. “Pero va a ser difícil en TV.” Para compensar la falta de una puesta en escena, ellos reelaboran el momento, convirtiéndolo en un duelo entre la voz de Bono, el poder de los acordes de The Edge y algo de la impresionantemente temeraria paliza de Mullen.

En una sala de descanso, Bono habla acerca del fin de semana que pasó con su familia en su hogar de Dublín, donde vio el juego de rugby de uno de sus hijos, tocó algo de guitarra con el otro, invitó a la familia a ver Edge of Tomorrow (“Un nombre estúpido, no una estúpida idea, Emily Blunt estuvo brillante, y Tom Cruise es un muy buen actor, se lo olvida. Hizo todas las cosas de Tom Cruise; hizo todo”), escuchó un montón de viejos discos de los Pixies (“Aun suenan tan frescos como pintura 20 años después”), y celebró el cumpleaños 55 de su amigo Gavin Friday (“Le di una foto del fotógrafo Mick Rock de David Bowie, Iggy Pop y Lou Reed, se quedó sin palabras”).

Él está emocionado por tocar las nuevas canciones para el público, no tanto por practicarlas. “Ensayar es aburrido,” dice Bono, mordiendo una manzana. “Estoy aburrido del sonido de mi propia voz. ¡Y eso no debería ser así! Algo debe estar seriamente mal con un cantante que siente eso.”

Recién aterrizó en la Riviera, y resulta que en el camino al estudio, capturó “The Miracle (Of Joey Ramone)” en la estación radial pop parisina NRJ. Cuatro décadas en su carrera, y es una experiencia que aun lo deleita. “Es la mejor sensación que podrías experimentar en tu vida,” dice. “¡Sonaba tan genial! Entonces la señal empezó a irse. Entramos en un túnel. Dije algo como, ‘¡Mueve el túnel!’”

“Estábamos listos para conducir derecho al océano para seguir escuchándola,” agrega su asistente personal, una joven simpática de nombre Eabha. “NRJ es como Radio One,” dice Bono, refiriéndose a la estación pop de la BBC. “Todo está en un especie de ritmo de hiperventilación: ‘¡Estamos teniendo el más emocionante momento en el mundo!’ Solo me encantan, porque van a arriesgar yuxtaposiciones de formatos. Este es un sueño, estar donde no lo esperabas. Es la mayor emoción de todos los tiempos. Una vez que estás en tu gueto, una vez que estás en tu nicho, un nicho suena como una especie de lugar en un país donde te retiras y cultivas vegetales. ¡No queremos estar en un nicho!”

Dos semanas antes, Bono estaba sentado en el asiento trasero de su sedán Maserati, dirigiéndose a un pub en Dublín por una pinta o tres de Guinness. Lleva un chaqueta hecha a medida, mitad de jean y mitad de cuero, y lo que parece una versión grado militar platino de sus gafas. Está sin sombrero, revelando un jopo casi al estilo Morrisey, después de colorear su cabello por años, retornó a su castaño rojizo.

Han pasado solo unos días desde que U2 salió con el truco más audaz de una carrera de cuatro décadas que nunca ha sido corta en audacia, haciendo equipo con Apple para poner a Songs Of Innocence disponible de forma gratuita para cada usuario de iTunes. El regalo desató una instantánea, ruidosa, y a veces un poco histérica reacción negativa: El Washington Post llamó al disco “correo basura distópico”; el New Yorker arremetió con “falta de consentimiento”; los escritores sobre tecnología usaron términos como “spam”, “malware” y “dad rock”; un impactante número de niños en Twitter revelaron no estar conscientes en absoluto de la existencia de U2. La narrativa pareció cambiar para mediados de octubre, cuando Apple reveló que más de 80 millones de personas escucharon al menos una vez el disco, pero entonces Bono pareció de lleno llamar a todo el asunto un error en una charla con fans en Facebook. “Ups,” dijo. “Lo siento por eso.”

“He dicho esto muchas veces,” dice Bono, “pero en Norteamérica, miras la mansión en la colina y dices, ‘Un día, si trabajo realmente duro, podría llegar a vivir ahí.’ En Irlanda, particularmente en Dublín, miras la mansión y dices, ‘Un día, voy a ser ese bastardo.’ Esa es una gran preparación para la vida en la internet.”

Nos acercamos a una de las calles más transitadas de Dublín, Grafton Street, donde Bono recuerda estar yendo por ahí en un VW Beetle naranja, la mamá de The Edge al volante, “ella fue nuestra primer plomo”, con rollos de posters publicitarios de U2 que ellos pegaban sobre otros posters, incluyendo el de otras bandas. “Nuestro nombre original fue The Hype, te lo haré saber. Pensábamos que era parte de lo que el punk rock era: meterse en los rostros de la gente. Así que no nos sorprendimos cuando quisimos volver a lo nuestro.”

“Me costó algo de orgullo ser divisivo,” dice, echándose hacia atrás en su asiento, “lo que Lee ‘Scratch’ Perry llamaría ‘el gran desequilibrador.’ Todos mis héroes fueron así. Pero entiendo que yo podría tener un gen molesto extra especial, que realmente me ayuda en esta búsqueda. En mis mayores nervios, sonreiré con suficiencia, y vas a querer borrar esa sonrisa de las caras de los demás a veces. Es muy fácil ver a U2 y decir, ‘No hay drogadictos en la banda en la medida de lo que podemos ver, nadie se murió o está moribundo, y parece que se llevan bien entre ellos y están enamorados de sus esposas. ¡No los soporto! ¡Sáquenlos de mi vista!”

“La cosa sobre sostenerme más firmemente durante una tormenta de mierda como la que tuvimos la semana pasada,” continúa, “aparte de una sombrilla, es la línea directa de conversación que hemos tenido con nuestro público, que creo que tiene un sentido de lo que somos a través de esta música muy íntima que hemos estado haciendo estos años.”

Arribamos al pub, Grogans, donde pinturas de artistas locales cubren cada espacio disponible de las paredes. “Vibraciones de bajo perfil,” le dice Bono a su hombre de seguridad, cuando tomamos una mesa de la esquina que mágicamente estuvo esperando por nosotros. Rápidamente se nos une una mujer amigable en un suéter púrpura, Lucy Matthew, que es una figura clave en la vida no musical de Bono: Ella ayudó a establecer sus campañas (RED) y ONE y lo ayuda con su activismo. “Lucy es la razón por la que algunas personas piensan que soy inteligente,” dice Bono. “Moviéndose a través de diferentes mundos, ella es la razón. Ella no cree que haya algo inusual acerca del echo de que esté interesado en un montón de cosas, que si desconcierto a las personas, los desórdenes de personalidad múltiple.”

“Es todo el espíritu de la época, y persigues a ese espíritu. A veces está en la tecnología, a veces está en la cultura, en la música, en la moda, en la política, en la ciencia. El espíritu de la época es la cosa. Y no conozco un artista que no esté interesado en el, pero solo que no está sucediendo en la cultura.” Tomando velocidad, Bono entrega el siguiente trabalenguas en 20 segundos: “Los pintores se reunieron en París al inicio del siglo 20, y no fue solo pintar. Einstein entregó su teoría de la relatividad, 1905. Tienes la Revolución Bolchevique, a causa de esos incendiarios panfletos de Karl Marx. Tienes a la primera exhibición cubista en París. Y todos están relacionados, porque, ¿qué es la teoría de la relatividad? Un objeto cambiando de forma a la velocidad de la luz. Así que ahora una cara puede verse como eso, porque una cara ya no es lo que vemos.”

Retorna, sin transición, a su propia vida. “Necesito hacer cosas con el fin de aprender de ellas,” dice. “Entrando en la política y tratando de entenderla, eso crea un montón de enemigos. Los amantes y los que odian, que han incrementado sus filas en los últimos años. He hecho mi vida dificultosa para mis compañeros de banda, realmente lo he hecho. Pero mi espíritu viajero, si se puede llamar así, es el verdadero corazón de lo que soy. E incluso el comercio, entender el comercio, creo que eso es muy importante. Si me dijeras 20 años atrás que el comercio saca más personas de la pobreza que la ayuda y el desarrollo, me hubiera burlado. Así que si veo que la tecnología está transformando la música, tengo que aprender de eso, así que me aboco a ello. Se que puedo confundir a la gente, y ellos creen que he perdido interés en ser un artista. Pero eso es lo que yo pienso que es un artista.”

Una cosa que dice Bono que no entendió lo suficiente: el hecho que Songs Of Innocence se descargaría automáticamente en los teléfonos de las personas. “Es como ponerle una botella de leche en los refrigeradores de la gente sin que ellos lo hayan pedido,” dice. “¡Es una invasión asquerosa!” Dice riendo. “Pero fue una especie de accidente. Se suponía que la leche iba a estar en la nube. Se suponía que iba a estar en el umbral de sus puertas.”

Algunas pintas arriban, y Bono lanza una risotada cuando le muestro un GIF de una broma viral que muestra la pantalla de un supuesto sistema operativo nuevo para iPhone, con su rostro en cada uno de los íconos. Él señala, con algo de orgullo, que su silueta en realidad ha estado en la aplicación de música del iPhone (debajo del ícono “Artista”) por años. “Te he hackeado incluso antes de que lo supieras,” dice. “Te he mirado cada vez que presionas ‘Música’. Como, cada vez que estás presionando en mi cabeza. ¿Cómo crees que se siente? Es un encuentro traumático para mí.”

Mullen, el otro macho alfa de la banda, está menos herido por la reacción negativa: “No me interesa un carajo,” dice. “Realmente no debería importarme.” Tiene todos los bordes duros, Mullen, desde su corte de cabello a sus pómulos sobresalientes a su físico, el mejor de la banda. Se enerva con su reputación como el designado contra de la banda, torpedeando ideas como las de Bono y The Edge de hacer de la banda de sonido del malogrado Spider-Man: Turn Off the Dark un disco de U2. “Todo es acerca del instinto,” dice Mullen. “Hay líneas que no quiero cruzar, pero creo que lo más peligrosa es no tener el debate. Con lo de Apple, tuve cuestionamientos al respecto, pero fue una especie de obviedad: Ellos quisieron comprar tu disco, y ellos quisieron dárselo a la gente de forma gratuita.”

Clayton, el único miembro de U2 cuya personalidad podría ser posiblemente descripta como “despreocupada”, tiene la toma más idiosincrática. “Estas compañías digitales y online cruzan barreras,” dice, probando delicadamente un surtido de aperitivos en un restaurante de Dublín donde una imagen firmada de la época de October de su banda cuelga en la pared, conteniendo a un Clayton, décadas más joven, con un impresionante peinado de la Nueva Ola. “Ellos tienen infinitamente más poder que cualquier otra corporación tradicional. Desde nuestro punto de vista, le dimos nuestro disco a la mayor cantidad de personas como fue posible. Lo que estoy diciendo es que, mira, ese poder está allí. Y culparnos por eso parece ser un caso de matar al mensajero, realmente.”

Bono ideó el plan de Apple con el nuevo manager de U2, Guy Oseary, que se hizo cargo después que Paul MacGuinness diera un paso al costado en 2013. “Habíamos estado hablando: ¿Cómo usar esta tecnología?” dice Bono. “Porque nos está usando. Así que debe haber una manera de dar estas canciones a la gente que ni siquiera saben que estamos allí. Ya sabes, la gente se ha ido a la universidad y se fue sin un disco de U2. Debíamos empezar de nuevo. En el centro mismo de lo que somos está el anhelo por nuevos años, nuevos ojos, nuevos corazones.”

Bono, entonces, llevó el plan al CEO de Apple, Tim Cook: Ellos tenían una relación anterior, en parte porque Apple ha recaudado alrededor de 76 millones de dólares para (RED). (Aunque el nuevo empleado de Apple y viejo asociado Jimmy Iovine siguió de cerca la realización del disco, él insiste que no tuvo ninguna conexión con el lanzamiento de este plan.) La relación de Apple con U2 ha sido bruscamente interrumpida cuando U2 fue por BlackBerry para patrocinar su 360º Tour en 2009. Ellos hicieron eso, dice Bono, en el despertar de una pelea (las palabras “vete a la mierda” fueron usadas) con el fallecido Steve Jobs, que fue un amigo cercano. “Tuve una rabieta, como un chico y fui a la confrontación,” dice Bono con un gesto de desdén. Para gran crédito de Jobs, agrega, que la compañía mantuvo su asociación con (RED), y los dos hombres se reconciliaron antes del fallecimiento de Jobs.

Nunca ha sido fácil producir un disco de U2. Iovine dejó de trabajar como productor en general después de la brutal experiencia con Rattle And Hum en 1988. “Te agotan,” dice Iovine. “Estás luchando con cuatro tipos en rotación y luego todos juntos al mismo tiempo. Quiero decir, es increíble como trabajan. Me hizo ir a empezar Interscope. ¡No estoy bromeando! ¡Me encantan, pero nunca iría a un estudio de grabación con ellos, nunca más, en absoluto!”

Esta vez no fue diferente. “Hacer un disco de U2, es como tratar de conseguir que los gusanos vuelvan a la lata,” dice Epworth. “Crees que has forzado que todos entren, y de repente se salen nuevamente. Su proceso es muy ‘Encuentra tantas ideas buenas como puedas y haz que las mejores lo resuelvan a golpes’.”

No ayudó que la banda estuviera desilusionada con el desempeño de su disco anterior, No Line On The Horizon de 2009, que se diluyó en subestimados clásicos de U2 (“Moment Of Surrender”, “Breathe” y la canción que da título al disco entre ellos) con Clayton y Mullen, al menos, viendo ahora como opciones más débiles: la líricamente inteligente, pero musicalmente inerte “Stand Up Comedy”, la energética pero desordenada “Get On your Boots”.

“‘Boots’ fue una opción absolutamente catastrófica para un single,” dice Mullen, aun echando humos por eso, cinco años después. “Fue una locura, pero la decisión fue tomada, y ese fue el principio del fin. Nunca nos recuperamos de eso.” El 360º Tour que acompañó al disco fue la gira de mayor recaudación en la historia, pero a medida que pasó, U2 interpretó cada vez menos canciones de Horizon. “Fue una derrota,” dice Mullen.

Después de dejar de lado algunos experimentos del principio en una grabación “estilo club” con el colaborador de Lady Gaga, RedOne y otros productores del pop (“El trabajo que hicimos con RedOne fue muy, muy excitante, pero no estoy seguro que fuera la esencia en lo que U2 es bueno,” dice Clayton), U2 se encontró con Brian “Danger Mouse” Burton en 2010. “Fue realmente un momento inspirador, esas primeras sesiones con Danger Mouse,” dice The Edge, “ese momento donde tratas de descubrir si puedes trabajar en conjunto. Empezamos un par de temas que terminaron en el disco en aquellos primeros días.” Sonríe. “Por supuesto, se fueron un poco de viaje.”

Mientras emergían canciones tras canciones en las primeras sesiones, la banda se atrevió a soñar que podría ser fácil esta vez. “Me sentía realmente bien al principio,” dice Mullen. “ ‘Mierda, esto va funcionando. Vamos a volar a través de estas cosas.’ Estaba equivocado.”

En todo caso, ellos empezaron a sospechar de lo bien que les iba. “Tenía una frescura increíble,” dice Clayton, “pero lo que sucede en nuestro proceso, y esta es una diferencia entre, digamos, nosotros y los Rolling Stones, es que quizá los Stones dirían, ‘Podríamos terminarlo en seis meses, pero vamos a hacerlo en los próximos dos meses y salgamos de gira.’ Y eso no es despectivo hacia ellos. Mientras tanto nos mirábamos y decíamos, ‘¿Seis meses, finalizarlo? Nah, nos tomará un año’.” Se ríe a carcajadas. “Y cuando estratificas el material, las cosas que sonaban frescas empiezan a sonar demasiado inocentes, algo simples.”

Los discos favoritos de U2 para Danger Mouse son Pop y Achtung Baby, y pareció empujar a la banda en esa vena experimental: “Hay una parte de U2 en la que no está para nada interesado, nada de lo que siente que haya escuchado anteriormente o que sea ordinario,” me contó Clayton temprano en las sesiones. Para el último año, la banda tenía un conjunto de canciones que podrían haber sido lanzadas, aparentemente con guitarras suaves, electrónica pesada, con coros atípicamente sutiles (la Zooropalizada “Sleep Like A Baby Tonight” es probablemente la sobreviviente más característica.”

“Nos encanta tomar riesgos y trabajar con nuevos colaboradores, porque es así como te forjas el próximo capítulo de la historia,” dice The Edge. “Pero entonces nos dimos cuenta, ‘Está bien, en realidad, no hemos entregado lo que podrías llamar el sello distintivo de nuestro trabajo, la música grande.’ Estábamos mezclando en Nueva York y dijimos, ‘Esto es bueno, pero aun tenemos algo de trabajo para hacer aquí’.”

Iovine estaba de acuerdo. “Necesitaban llegar ellos mismos a un lugar donde la intensidad estuviera en esa sala,” dice. “Y eso no es fácil de hacer.”

Danger Mouse se apartó para trabajar con Broken Bells, su dúo con James Mercer de The Shins, y U2 acudió a Epworth y Tedder, junto con el coproductor de Zooropa, Flood y el ingeniero productor irlandés Declan Gaffney. Los discos pasados de U2 se beneficiaron de perspectivas contrarias, opuestas, por ejemplo, el oído de Brian Eno para la atmósfera contra el radar para los hits de Steve Lillywhite. Intencionalmente o no, ellos recrearon esa dinámica para Songs Of Innocence: Danger Mouse se ha moldeado a sí mismo como un productor “de autor”, pero la banda y sus nuevos colaboradores no se contuvieron en cambiar sus canciones. “Tengo el mayor respeto por Danger Mouse,” dice Tedder. “Bono fue muy directo. Nos dijo, ‘Así es como trabajamos. Vas a hacer lo que tengas que hacer y hacerlo lo mejor que puedas, y entonces es más que probable que tus cosas sean arruinadas por alguien más.’ Así que dudé por, digamos, unos cinco segundos y entonces Edge dijo, ‘Hombre, machácalas. Has lo que quieras.”

Tedder hizo algo de cirugía mayor en “Every Breaking Wave”, que había sido descarte de No Line. “Es acerca de lo difícil que es entregarte por completo a otra persona,” dice Bono. “Y los dos personajes en ella son adictos a fracasar y renacer.”

“Les pregunté, ‘¿Está bien o solo descuarticé esta cosa?’” dice Tedder, que alternaba entre unirse a U2 en el estudio y trabajar remotamente en las canciones. “Y ellos dijeron algo como, “Hazlo peor. Ve por eso.’” Agregó una nueva melodía de coro, cambió el viejo coro a un puente, y se lo envió de nuevo a los compañeros de banda. Ellos volvieron a trabajar sobre ese modelo, finalizando en una ajustada canción pop, pero con líneas como “Every shipwrecked soul knows what it is/ To live without intimacy” [“Cada alma náufraga sabe lo que es/ Vivir sin intimidad.”]

Mientras viajaban por el mundo para grabar, los miembros de la banda se encontraban compartiendo lugares para vivir, lo que los ayudo a recuperar algo de la intimidad de los primeros días, a veces, quizá demasiada. “En Malibú, estábamos Adam, Larry y yo,” dice Bono, sonriendo. “Y la vista de Adam en su bata por la mañana, a menudo abierta, es suficiente para escalfar tus huevos. ¡Mi hija aun está traumatizada! Pero, ya sabes, él está allí con su taza de te, diciendo, ‘¿Cómo están esta mañana? ¿Cómo crees que está yendo todo?’ Y luego Larry que no parecía levantarse con la luz del día. Se volvió Drácula. Estaba tocando la batería a las 2 de la madrugada.”

Rick Rubin, que produjo un montón de canciones inéditas de U2 algunos años atrás, tuvo una gran influencia en este disco, a pesar de no trabajar en el. Rubin le dijo a Bono que U2 use su habilidad para esculpir paisajes sonoros únicos “para disfrazar el hecho de que no tienes una canción.” Los empujó a componer temas tradicionalmente estructurados que podrían ser trabajados con, por ejemplo, voz y piano. “Alguien como Adele hace mejores discos que cualquier otro porque sus canciones son mejores,” dice Bono. “En una gran canción, puedes estar desnudo como un exhibicionista cantando a cappella. Me da vergüenza estar al lado de alguien como Carole King, a menos que pueda aparecerme con algo que sea tan crudo como algunas de sus canciones geniales. Así que era eso. ¡La escuela de componer canciones!”

Al final, el acuerdo con Apple le dio a U2 lo que más necesitaba: una fecha límite. Muchas de las canciones dieron grandes saltos en la recta final. “Fue un paseo bastante emocionante las últimas semanas,” dice Gaffney. “Todas las piezas empezaron a encajar, ganaron un cierto nivel de claridad que no lo veías venir, y entonces estaba ahí en frente tuyo, ¡finalizado!”

Burton retornó para algunas de las sesiones finales; Mullen sugiere que el productor se sorprendió por lo que escuchó, pero permaneció ayudándolos para terminar. “Regresar y escuchar cosas que empezó, siendo cambiadas,” dice Mullen, “y sentir que quizá debería haberse hecho un poco diferente, eso toma un cierto grado de humildad. Fue muy amable, tomó la iniciativa y dijo, ‘Si este es el camino por el que están yendo, hay una versión diferente que podría funcionar mejor’.”

“No son mis canciones,” dice Burton, vía correo electrónico. “Son canciones de U2. No estoy contento con una canción si ellos no están contentos. Incluso después de años trabajando en las cosas, los tipos no paran de tratar de hacer una canción mejor hasta el final, y admiro eso.”

Bono está terminando en el pub, pero antes de irse, tiene que posar para todas las fotos que prometió a los fans que trataban de interrumpirnos. “Seré Bono,” le dijo a una joven mujer que doble chequeó su identidad. “Puedo ser cualquier persona que quieras que sea.” Se muestra cabizbajo al saber que otra cliente, una mujer alemana que quería “hacer una foto” para enviar a casa de su padre fan de U2, había sido sacada del pub. “Su papá es un fan de U2,” dice. “Tengo que cuidar al tipo.”

Finalizando su última foto, emprende camino hacia Coppinger Row, un restaurante a la vuelta de la esquina. Nuestro grupo tiene más o menos tomado todo el lugar, comandando un puñado de mesas puestas todas juntas. En el otro extremo está la esposa de Bono, Ali, que está en una profunda conversación con miembros de la banda de Colorado, The Fray, que están en la ciudad para dar un show. “Mi esposa está romántica, social y espiritualmente inclinada en la dirección de Joe de The Fray,” dice Bono. “Son grandes amigos.”

Bono es un anfitrión muy entusiasta, rebotando alrededor de las mesas, poniéndose alegremente entonado con una selección aleatoria de bebidas: vino, un margarita, un gin-tonic saborizado con varias frutas flotando en el. Cuando uno de sus invitados confiesa ignorar los problemas irlandeses, Bono felizmente le ofrece una concisa pero abarcadora historia de décadas.

Bien pasada la medianoche, arriba el champagne, y Bono ofrece una serie de brindis a sus amigos. “Queremos dar la bienvenida a The Fray, que claramente están empezando a ser cada vez menos efectivos mientras hablamos,” dice. “Y una cosa les voy a decir, en Irlanda, está en el diario de cada escritor: cuidado con la cuna debajo de las escaleras. Eso es todo lo que les voy a decir.” Se sienta, pero luego hay más brindis: Bebemos por Bob Dylan, por Leonard Cohen. Al final de la velada, una medida de tequila aparece frente a mí, espontáneamente. (Cualquier usuario de iTunes probablemente podría adivinar cómo llegó allí.)

Con la cena terminando, Bono anuncia, “La señora y yo nos vamos para hacer algo indescriptible.” Ellos se trasladaron a la sección frontal del restaurante, donde tomados de la mano a través de la mesa comparten un cigarrillo. Es, reconoce Bono, un momento casi enfermizo de su salubridad. ¿Qué clase de estrella de rock borracha, que se precie de tal, se escapa para abrazar a su esposa de hace 32 años?

“Mis ideas acerca del amor son probablemente muy poco románticas,” me cuenta más tarde, en una charla sobre “Every Breaking Wave”. “Veo al amor como una decisión no hecha en el calor del momento. Lo veo como una cosa duradera que no depende de sentimientos para verificarlo, a pesar que es genial cuando lo hacen. Y, al final, el amor es incluso el ADN engañándote a hacer un compromiso mucho más grande. Es lo que me sucedió, incluso antes que supiera lo que es un compromiso. Terminé como un joven en los brazos de esa joven mujer, en un mundo tan hostil para el concepto de novia de la infancia y de primer amor.”

“Iris,” quizá la canción más terriblemente personal del catálogo de U2, fue una de las últimas canciones de Songs Of Innocence en tomar forma, juntándose todo en las últimas horas de las sesiones. Es una canción acerca de la madre de Bono, que falleció cuando él solo tenía 14 años de edad. Reescribió la letra después de haber sido profundamente conmovido por la carta del rehén asesinado por ISIS, James Foley, que le fue enviada a su familia través de otro prisionero. “Me di cuenta,” dice Bono, “que todos vamos a ser recordados, y recordamos a nuestros amados, al menos en los momentos intensos. Los momentos más simples. En la carta le dice a su hermano, “Recuerdo jugar al hombre lobo en la oscuridad contigo.”

“Si hago una salida rápida, dejo el escenario,” dice Bono, con un sorbo meditativo de Guinness, “mi familia y amigos no estarán pensando acerca de la cancelación de la deuda o, ya sabes, la lucha por la medicación del VIH/SIDA, o por estar en la tapa de la Rolling Stone, o si 50 millones de personas escuchan Songs Of Innocence. Ellos recordarían la estúpida cara que hice en el desayuno. Y eso es lo que recuerdo de mi madre. Al igual que estar enterrado en la arena hasta mi cabeza, o a ella diciendo, ‘Serás mi muerte’.”

El disco es lo más cercano a lo que Bono ha estado de una terapia, algo de lo que se las ha arreglado para evitar en toda su vida, a excepción de una semana en su adolescencia. “Cuando era un adolescente, tuve un período violento,” recuerda Bono. “Tuve un altercado con un profesor al que, frente a toda la clase, lo presioné contra el pizarrón y le dije que dejara de meterse con esta persona de la clase, que realmente no podía soportar. Así fui enviado a esta muy inteligente mujer y al final de siete días, ella me dijo, ‘Vete a casa’.”

Es extraño, casi, que Bono solo ahora ahonde en su vida temprana en sus canciones, en el 13er disco en estudio, a la edad de 54. Y Bono siendo Bono, tiene un disco sucesor en mente: Espera sacar Songs of Experience tan pronto como dentro de 18 meses. La idea, en teoría, es tener una gira en estadios cubiertos con Songs Of Innocence y saltar a una gira en estadios abiertos cuando el disco compañero salga. “Tenemos la esperanza que Songs Of Experience tendrá menos que ver con la intimidad,” dice Clayton, “y más acerca de las celebraciones de todo tipo.”

Bono tiene un hábito de anunciar discos sin terminar, algo que también hizo cinco años atrás, contándome que U2 lanzaría rápidamente un sucesor más meditativo de No Line, salido de las mismas sesiones, llamado Songs Of Ascent. (Ese aun tiene que salir a la superficie, y no está claro cuánto trabajo les llevaría terminarlo.) “Songs Of Experience tiene que sentirse como que es justificado, que es relevante,” dice Clayton. “Y si no sentimos que es muy bueno, entonces me imagino que solo tendremos basura, y que va a convertirse en otra cosa.”

“He crecido esperando eso de Bono,” dice Mullen. “Si no lo anunciara, esa sería la sorpresa. Eso que hace, es lo que él es.”

Para demostrar que el disco está realmente en progreso, Bono recita lo que parece ser la letra entera de una canción llamada “The Morning After Innocence”, que está construida alrededor del diálogo entre él mismo, joven y adulto. “I’m running out of chances to blow/That’s what you told me, and you should know/Lead me in the way I should be/Unravel the mystery of the heart and its defense/The morning after innocence.” [“Me estoy quedando sin posibilidades de volar / Eso es lo que me dijiste, y deberías saberlo / Guíame en el camino en el que debería estar / Desvela el misterio del corazón y su defensa / La mañana después de la inocencia.”]

Y por cierto, él aun promete lanzar el otro disco fantasma, ahora como la tercera entrega de lo que sería una trilogía de Songs. “Songs Of Ascent, saldrá,” dice. “Y hay algunas canciones hermosas.”

De vuelta en la Riviera Francesa, el ensayo de U2 ha terminado, y junto a Bono regresamos a la villa que comparte con The Edge junto a la costa. Con un guardaespaldas guiándonos a través de oscuras y sinuosas carreteras de montaña, Bono reflexiona sobre cuánto le queda a U2, y lo que podría sucederles como para parar. “Hemos estado viviendo con la regla de ‘un disco de mierda y estás fuera’,” dice, a medida que pasamos a través de la porosa frontera entre Mónaco y Francia. “Hay discos a los que la gente le gusta más que otros, pero nadie piensa que hemos hecho una perezosa pieza de trabajo aun. Pero la pregunta es ‘cuánto tiempo’, aun tiene que ser preguntada, y no pienso que sea respondida por ‘hasta que caigamos.’ Tenemos que proceder sin sentido de derecho.”

Arribando a la propiedad, más allá del portal de metal y un túnel visualmente viejo, salimos del auto. Es una noche sin estrellas, con una clara luna llena proyectando su reflejo sobre el Mediterráneo. Bono ofrece una historia rápida de este retiro: Mullen y Clayton tenían una chance de compartir la compra hace años, pero se asustaron por la condición, por entonces en ruinas, de la casa principal. Bono y The Edge compraron la propiedad por cerca de 3 millones de dólares, aparentemente cuesta bastante más ahora, y originalmente intentaron vender la gran casa, una mansión naranja rosada. Pero cuando los chicos fueron llegando, y siguieron viniendo, este lugar se convirtió en un refugio para sus familias.

“Los chicos traen a sus amigos, y no sabemos quiénes son sus amigos y quiénes son nuestros amigos,” dice Bono. “Hay música, caos, natación y una vida real aquí.” Me muestra un rincón como una cabaña en la terraza, con sofás blancos prístinos que dan al mar. Canciones de una playlist de Bowie de los 70 se escuchan de unos altavoces invisibles. Dentro, el personal de la casa tiene bocadillos listos en la cocina. Hay un ascensor si es que no quieres subir las escaleras.

Es, en fin, el paraíso. O por lo menos no es la clase de lugar en el que, humanos normales, reproducirían el hambre existencial que podría inspirar años de obsesiva grabación y regrabación. Los miembros de U2 parecen conscientes que hay algo casi patológico dentro de su espíritu colectivo que les obliga a creer, contra casi todo precedente histórico, que una banda de rock aun puede hacer nuevos fans, grabar nuevos éxitos y ser mejores en medio de sus cincuentas.

“No estamos luchando contra nadie más, excepto contra nosotros mismos,” dice Mullen, sentado dos semanas antes en un restaurante con vistas al puerto del Mar de Irlanda. “Así que es una pregunta realmente buena: ¿Por qué molestarse? ¿Porque no tomarse tres años de descanso, e ir a cuidar de tu familia? Y luego quizá juntar todo y grabar algo y salir a la ruta y hacer una gira de grandes éxitos. Y hacer montones de dinero, como todos los demás. Hacer toda una fortuna. Nadie va a pensar mal de ti. Pero no. Estos tipos irán a un estudio de grabación por cuatro años, costándole una fortuna.”

“Quizá seamos estúpidos. No lo se,” continúa Mullen, con una pausa que casi me atrevo a expresar estar de acuerdo. “O quizá somos realmente listos. Y quizá realmente cuidamos de lo que hacemos. Fácilmente aceptaría fracasar estrepitosamente con este disco, si U2 nunca más volviera a grabar, diría, ‘Está bien.’ Este es realmente un gran disco. Fracasar con No Line On The Horizon, no estaba preparado para eso. Así que, tal vez, sea eso de lo que se trata.”

Para Bono, la respuesta es aun más simple. “La mayoría de nuestro mejor trabajo se dispara con la idea de ‘Si solo la gente pudiera escuchar esta canción’,” dice. Sacándose sus gafas de sol, el contacto directo con sus ojos azul-grisáceos es ligeramente inquietante. “Y he aquí la pregunta para vos: ¿Por qué no todo el mundo es así? ¿Por qué parecemos locos solo por quererlo como siempre lo tuvimos? ¡No lo entiendo! Quiero decir, ¡algunas de las mentes más increíbles y talentos sagrados no han molestado su culo en años! Sacan trabajos perezosos.”

“Pero U2 ha ido de esa forma como si fuera nuestro primer disco. Y a medida que la pólvora se desvanece, hay canciones ahí. Canciones donde podemos tener a todos nuestros contemporáneos y cada uno de ellos en una sala y decir, ‘Esto es lo que hemos conseguido.’ Y si alguien viene con algo mejor que ‘Every Breaking Wave’, ya sabes, vamos a escucharlo.” A lo lejos, bajo la brillante luna, el océano está completamente quieto, ni una ola a la vista. Bono se inclina, y se repite a sí mismo: “Es la mejor pregunta, ¿no es cierto? ¿Por qué no todo el mundo es así?”

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