La Primera Noche de Toda las Noches.
Buenas tardes a toda la audiencia de Vértigo Radio. Hoy hablaremos de esa especial unión entre un lugar mítico y los también “míticos” irlandeses. Explicaremos en estos párrafos el como una agrupación hace suyo un lugar y lo transforma en ese puente donde la música y el mensaje lleguen claro a los fans que buscan un sitio sagrado donde puedan expresar todo lo que aman en una banda.
El Madison Square Garden, el famoso lugar donde han pasado infinidad de eventos culturales y deportivos, es sin lugar a dudas uno de los mejores sitios donde podemos ver en toda su expresión, la fuerza vital que proyecta U2 en su música.
La banda a realizado nada menos que 17 conciertos entre 1985 y 2005, son dos décadas en la cual han pasado miles de personas y también decenas de himnos expresados por estos 4 músicos, los cuales siempre han dicho que tocar ahí es una suerte de espantoso renacer o como dice The Edge “una responsabilidad sagrada”.
Ellos pueden dar fe de 16 exitosos conciertos en esos 20 años, pero el primero, el debut en ese lugar clásico, fue sin lugar a dudas uno de sus más duros logros.
U2 actuó el 1 de abril de 1985 en la Arena de New York, dos semanas después de su aclamación en la revista Rolling Stone. El show, en aquel antiguo y famoso lugar, agoto todas sus localidades. Se sintieron aliviados. El placer inicial del artículo había traído en su estela la consciencia de la responsabilidad que ahora había sido depositada en ellos. A partir de ahora, U2 seria juzgados bajo los más altos estándares musicales. Pero la banda tenía la sensación de que podía hacerlo. Habían pasado por las suficientes crisis como para no saborear el desafío que les presentaba ahora la histórica sala de conciertos.
Pero si la banda tenía que llenar las esperanzas depositadas ahora en ellos, si tenía que justificar el título de “Banda de los 80”, el próximo álbum tendría que ser más accesible y un hit mundial, tendrían que escribir grandes canciones, canciones, como las expresó Bono, “que la gente pudiera silbar en su camino al trabajo o cantar en las fiestas en torno a la chimenea”. Era un desafío mucho mayor que cualquier otro al que nunca se hubieran enfrentado.
Por eso, esa mañana primaveral de lunes, Edge se despertó a las once de la mañana. Se sentía nervioso y distraído, como siempre le ocurría en los días de conciertos importantes. A la una de la tarde la banda se reunió para ir al local y efectuar una prueba de sonido. Para Edge la llegada a primera hora de la tarde al Garden fue la primera autentica liberación de adrenalina.
Vio a los fans montar guardia afuera del recinto y mientras pasaba junto a ellos se daba cuenta de lo que la gente soportaba para verlos tocar.
La sensación no excitaba a Edge, le intimidaba. Por eso la prueba de sonido era un alivio, era trabajo y lo concentraba por completo, pero el periodo entre la prueba de sonido y el concierto era el peor de todos los momentos. Volvías al hotel y sin embargo no estabas allí y la adrenalina inicial se enfriaba en la sangre.
No podías concentrarte en las conversaciones. Todo, todo el mundo, incluso tu familia, era una intrusión a la que, medio te acomodabas, medio resentías. Comías algo, luego a vestirse, el miedo acumulado, mas buenos deseos, pero ahora y justo antes de salir al escenario, Edge se siente más alejado que nunca.
El Garden fue un buen show, como recordaría Edge mas tarde. Mientras se celebro no sintió nada excepto alivio cuando hubo terminado. Recordó haber pensado, en el momento y que pisaba el escenario, que el lugar era más pequeño de lo que había imaginado. Larry Mullen dijo que a veces, en esas noches realmente grandes, cuando la música funciona de la forma que tú sabías que lo haría, recién ahí podías relajarte en el escenario y saborear la experiencia de estar en una banda. Pero también había noches raras. El Garden fue un buen show, pero gracias a Dios no fue una noche “extraña”.
U2 necesitó todo el segundo semestre de 1984 para acomodar las canciones nuevas que estaban llenas de efectos sónicos creados por Brian Eno y ya, para el año 85, la banda se sintió segura para interpretar una base de canciones del nuevo álbum y que mantuvo durante todo ese año. Aprendió a manejar de manera potente e infinita la canción Bad, la oscura MLK, la melódica A Sort Of Homecoming y el caballito de batalla que se transformo ese año en el himno de la gira, Pride “In The Name Of Love”.Y Ahora presentamos la maravillosa, ecléctica e introspectiva versión en vivo de 1985 en el Madison Square Garden, de una excelente y sólida versión de Unforgettable Fire.